Noticia

La vecina del piso ocho

Hace más de un lustro me mudé a Lince. ¿La razón? Era una excelente opción compartir departamento con mi

La vecina del piso ocho


Hace más de un lustro me mudé a Lince. ¿La razón? Era una excelente opción compartir departamento con mi hermana y su amiga. Nos salía mucho más económico que vivir cada uno por su cuenta. Además, según los reportes del observatorio Lima Cómo Vamos, Lince no se ubica entre los primeros distritos con mayor tasa de delincuencia, es decir, es un distrito con un nivel de seguridad promedio. La primera semana fue para adaptarnos y después, nuestras rutinas se incorporaron a nuestra nueva locación y todo parecía estar perfecto.

Por aquel entonces, trabajaba con un horario fijo en una institución del Estado. Llegaba después de las cinco de la tarde a casa cansado y con ganas solamente de dormir. De hecho, ni siquiera tenía ganas de comer porque mi trabajo me tenía consumido por completo. Hoy agradezco que, después de dos años, no me renovaron el contrato, al que en ese momento no quería desligarme, pero esa ya es otra historia. Uno de esos días, en los que llegaba a casa, me crucé con mi vecina Perla, una señora de cincuenta y seis años, soltera y con un excesivo maquillaje en el rostro. Empezó a preguntarme cuándo me había mudado, con quiénes vivía y a qué me dedicaba. Era una de las típicas vecinas de edificio que carecen de trabajo estable y viven producto del alquiler de habitaciones de su predio. Le conté algunas cosas y otras, me las guardé conmigo. En cambio, aproveché las circunstancias para preguntarle un rumor que en los pocos días que tenía en el nuevo condominio ya había llegado a nuestro piso: si era verdad que en su departamento tenía ocho baños.

La vecina Perla era muy reservada cuando quería, pero si se propone ser desinhibida, lo lograba. Sin conocerme muy bien, me invitó a subir a su piso, me ofreció una copa de vino y me mostró cada habitación. Los cuartos que estaban con llave igual los abría, ella tenía una copia de cada uno. De hecho, a una de sus inquilinas la veía todos los días hacer pasar a una chica al edificio, ese día confirmé que eran pareja: en su dormitorio había una foto de ambas y una bandera del orgullo en una de las esquinas. Todos los vecinos del edificio se quejaban que Perla había ido contra las normas al crear más servicios higiénicos de los permitidos. A Perla ello poco le importaba, ella vivía feliz y a su manera.

La entrada La vecina del piso ocho se publicó primero en Limaaldia.pe.



Source link

About Author

admin

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *