La vecina del piso dos
Siempre que salgo de casa durante el día, me cruzo con la vecina Rosa. Ella nunca está sola, sino

Siempre que salgo de casa durante el día, me cruzo con la vecina Rosa. Ella nunca está sola, sino con su esposo. Ambos deben bordear los sesenta años y me atrevería a decir que viven de su pensión o algún negocio, pues me los cruzo en la mañana y tarde cada vez que salgo con mi mascota a la calle. Son los mejores vecinos que tengo en el edificio donde vivo: muy atentos, jamás comentan algún rumor y nunca te preguntan de forma invasiva sobre tu vida personal. Son personas que mantienen una vida tranquila y sin excesos o escándalos. Sin embargo, uno de los integrantes de su familia, es muy distinto a ellos. Aún no sé si es su hijo o sobrino, pero es un joven que debe bordear los treinta y cinco años que, así como ellos, usa lentes, es alto y suele vestir formal.
Los sábados son días en los que normalmente asisto a alguna reunión social o, en su defecto, me encuentro en mi departamento con algún amigo cercano para compartir un rato. Al vivir en el último piso de un edificio que solo tiene cámaras de video en el primer nivel, suele existir la posibilidad de cruzarte con algunas personas que suben hasta donde vivo para conversar o tener algún encuentro un poco más íntimo. Seguro en su mente está la idea que en mi departamento no vive nadie.
Un sábado por la noche, luego de tomar algunos shots con dos amigos en mi cocina, salí algo raudo para botar la basura afuera de mi departamento. No obstante, quedé congelado cuando vi a dos chicos a metros de mi puerta besándose y con sus cuerpos casi pegados. Se subieron el pantalón y empezaron a bajar inmediatamente por las escaleras. A la semana siguiente, mi amigo me contó que encontró una escena casi similar en el mismo lugar con mi amiga y su novio. Cada vez que me cruzo con mi vecina Rosa y su esposo, recuerdo aquella anécdota. Debo admitir que nunca me atrevería a contarles más que por temor, por pudor. ¿Sabrán ellos que su hijo o sobrino tiene una pareja? Otros fines de semana cuando regreso a casa en la madrugada, los veo en la reja del ingreso en la misma situación. Por supuesto que el amor es libre en todas sus formas, pero a veces, es necesario poner límites. Lo sucedido en la puerta de mi departamento fue una escena que probablemente páginas como Onlyfans comercializan. ¿Será acaso que vivo en el piso del amor?