Sammy Sosa y la moralidad selectiva del béisbol: ¿merece una segunda oportunidad?
El béisbol tiene memoria selectiva. Aplaude lo que le conviene y olvida lo que no le sirve. En 1998,

El béisbol tiene memoria selectiva. Aplaude lo que le conviene y olvida lo que no le sirve. En 1998, cuando Sammy Sosa y Mark McGwire protagonizaron la carrera de jonrones más electrizante de la historia, Major League Baseball (MLB) no cuestionó lo que ocurría detrás de cada batazo. Solo importaba el espectáculo, los estadios llenos y el renacer de un deporte golpeado por la huelga de 1994.
Hoy, casi tres décadas después, Sosa sigue pagando las consecuencias de aquella era. “Nadie era ciego”, declaró en una entrevista con USA Today, recordando que en su momento, MLB celebró cada jonrón sin hacer preguntas. Pero cuando la tormenta mediática por los esteroides llegó, la narrativa cambió. Lo que antes fue glorificado, de repente, se convirtió en pecado.
A sus 56 años, Sosa espera que el tiempo cure las heridas. Su sueño de ingresar al Salón de la Fama sigue latente, aunque su última aparición en la boleta de 2022 solo le otorgó el 18.5% de los votos. Sin embargo, su regreso a los Chicago Cubs como asesor especial podría ser un paso hacia la reconciliación.
El debate sobre su legado cobra aún más fuerza en un momento en que Pete Rose, el máximo líder de hits, vuelve a ser considerado para una eventual reinserción en la MLB tras su exclusión por apuestas. Si Rose puede recibir clemencia, ¿por qué Sosa y los demás castigados por los esteroides no pueden tener su oportunidad?
La historia del béisbol está llena de contradicciones. Ty Cobb, acusado de ser un racista violento, tiene su placa en Cooperstown. Gaylord Perry, quien admitió haber alterado bolas de manera ilegal, también. Pero figuras como Barry Bonds, Roger Clemens y el propio Sosa siguen fuera por decisiones que la MLB decidió ignorar en su momento.
El Comité de la Era del Béisbol Contemporáneo representa la última esperanza para Sosa. En diciembre, cuando se reúnan para discutir nuevas candidaturas, la MLB tendrá la oportunidad de demostrar si realmente busca justicia histórica o si seguirá con su moralidad selectiva.